A menudo, los episodios históricos se convierten en acontecimientos clave para entender el desarrollo de una sociedad. Nos ayudan a entender el presente, y por esa razón se acaban mitificando. Sin embargo, detrás de todos estos episodios, por muy dramáticos que hayan sido, siempre hay personas y pequeñas historias
que quedan para la posteridad. Historias que también tienen mucho valor y que desgraciadamente no quedan narradas en libros de historia sino en el legado popular, y que obviamente también acaban mitificadas y se conservan
gracias al boca a boca.
Resulta que la historia que narramos a continuación deriva de los hechos históricos de la Jamancia, del año 1843, la última de las revueltas producidas en Barcelona entre los años 1836
y 1843. La Jamancia era una revuelta popular contra el general Espartero, de tendencia republicana y progresista. Finalmente, esta revuelta acabó
derivando en una insurrección contra el Estado, que al final se redujo con una intervención militar desde el castillo de Montjuïc y desde la Ciutadella, dirigida por el que entonces todavía no era general Prim, que logró
esta condecoración gracias a la represión de esta revuelta, y de la que deriva la expresión catalana “caixa o faixa“, tal como muy bien se explica en el blog de Altres Barcelones y la Opinió andreuenca.
Dejando de lado los hechos históricos más institucionales, nosotros nos fijaremos en un episodio cotidiano muy interesante y con final feliz.
Resulta que durante los bombardeos derivados de la Jamancia, el 22 de septiembre del año 1843, las tropas de Joan Prim se acercaron a la entonces villa de Sant Andreu. El bombardeo que emprendió Prim afectó a muchas casas
de lo que actualmente es la calle Gran de Sant Andreu. En una esquina de esta avenida, en el cruce con lo que actualmente se llama calle de Sòcrates, donde hoy en día se encuentra el edificio de la Charcutería Puig, cayó un proyectil que no llegó a explotar.
Cuando se calmó la revuelta, quien durante aquella época era el propietario del edificio decidió guardar aquel proyectil. Años más tarde, a principios del siglo XX, y durante la restauración de este edificio, el propietario recuperó el proyectil y mandó incrustarlo de nuevo en la fachada en memoria del pasado, y para que las nuevas generaciones fueran conscientes de la historia de Sant Andreu. Actualmente todavía se puede ver, tal como muestra la foto que adjuntamos.
7 comentarios:
Roser y tu estáis muy de bombas :). Sabía que había una bomba en St Andreu en una fachada pero desconocía que era puesta nuevamente a posteriori, muy bien hecho! las cosas que se ven no se olvidan tan facilmente.
Petó!
Sigue estando la mar de bella ¡ salut
Que fuerte, que historia mas original la que nos acercas acompañada como siempre de tus impecables imágenes. Un abrazo.
Esto me recuerda las bombas que hay en la basílica del Pilar de Zaragoza que lanzaron aviones republicanos y no llegaron a estallar gracias a la "intervencion" de la Pilara...........
Que las bombas solo se utilicen para recordar que no hay que usarlas!!!!
Cada vez hilas más fino en tus historias. Un abrazso
Hola a tod@s.
Gracias por las visitas y los comentarios.
Un abrazo
¡Pendiente de ir a visitar desde hace tiempo!
No se si mi zoom la captará bien...
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